Desde hace unos años en el mundo empresarial se habla cada vez con mayor frecuencia de la inteligencia emocional (IE) como una de las competencias claves que debe contar todo líder para tener una gestión exitosa de sus equipo de trabajo. No basta que quienes gestionan personas sean cognitivamente inteligentes y posean un CI superior a 100, la IE hace la diferencia; pero ¿de qué hablamos cuando nos referimos a inteligencia emocional (IE)
Este concepto fue desarrollado por Daniel Goleman en su libro “La Inteligencia Emocional” (1995), como la capacidad para poder identificar, comprender y gestionar las emociones de manera efectiva, tanto las propias como la de los demás.
La IE está compuesta por las siguientes competencias:
- Autoconciencia: poder reconocer y entender las emociones propias y cómo impactan en el pensamiento y el comportamiento. Vinculada al sentir.
- Autoregulaciòn: gestionar las emociones de manera constructiva, evitando respuestas impulsivas y descontroladas. Vinculada al control emocional.
- Empatía: entender las emociones y perspectivas de los demás, pudiendo ponerse en el lugar del otro, fuera del interés personal. Vinculada con el entender del otro.
- Comunicación efectiva: clara, precisa, no ambigua, utilizando los canales adecuados en función de la temática.
- Relaciones interpersonales: gestionar esta habilidad social previniendo conflictos, promoviendo vínculos sólidos, abiertos y seguros para sus integrantes. La calidad de las relaciones está basada en la gestión de las emociones ya que generan comportamientos que nos posibilitan adaptarnos a los cambios constantes y navegar en la incertidumbre con más tranquilidad.
Los líderes con inteligencia emocional son los que marcan la diferencia, ya que pueden inspirar y motivar a sus equipos impactando en su desarrollo profesional, aprendizaje y salud psicosocial emocional.
Saber gestionar las emociones permite la construcción de vínculos abiertos y sólidos, pudiendo comunicarse de manera clara y asertiva, siendo màs empáticos al poder comprender mejor las emociones de los demás, generando relaciones de confianza en un entorno laboral familiar y armonioso.
El estrés, las presiones económicas – sociales y la hiperconectividad hace que vivamos cada vez con mayores niveles de ansiedad y depresión. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), la depresión es un trastorno mental que afecta a más de 300 millones de personas en el mundo, siendo la principal causa de discapacidad laboral. Se estima que para el 2030 sea la principal causa de baja médica en las empresas.
En este contexto el incremento de la ansiedad y el burnout atraviesa a todas las profesiones, edades y trabajos. Hoy se demanda una capacidad de pensar y reaccionar de manera rápida y eficaz en situaciones que requieren una resolución en breve tiempo, pero el cerebro tiene recursos y una tolerancia limitada.
Te dejamos unos consejos sobre qué hacer en momentos de mucho estrés y presiòn laboral:
- Si estás experimentando emociones displacenteras (irritación, ansiedad, enojo, ira), no tomes decisiones de alto riesgo. Despeja la mente, conversa con otros, pone en movimiento el cuerpo, salí a caminar o correr. Esto te ayuda a destrabar emociones y ponerlas “en limpio”, para así tomar decisiones más acertadas.
- Intercambia ideas con otras personas que piensen distinto a vos. Esto te ayudará a tener nuevas perspectivas no contempladas, mirando un bosque más amplio que el árbol original.
- Conoce tu mente y tus emociones para poder decidir mejor. Pregúntate: ¿por qué estoy sintiendo esto? ¿Cuál es el escenario futuro que trae aparejado esta decisión que estoy tomando?, ¿es lo que quiero?
- Animate a pensar fuera de la caja, encontrando soluciones innovadoras a problemas complejos. Si lo anterior fracasó, no insistas con lo mismo, ponete en modo reset y empezá de nuevo.
- Realiza actividades que estimulen el cerebro como juegos de lógica, acertijos; aprende algún deporte nuevo que te desafíe a algo diferente.
- Analiza y aprende de decisiones pasadas, tanto las exitosas como las fallidas, esto te ayudará a mejorar la capacidad de resolución en el presente.
En resumen, la inteligencia emocional es la capacidad de reconocer, comprender y gestionar las emociones propias y ajenas. Desarrollarla permite conectar mejor con los demás, construir vínculos empáticos, comunicarse de forma clara, resolver conflictos y expresar los sentimientos de manera saludable.
En Limon Consultora, integramos esta mirada en todos nuestros procesos, porque entendemos que detrás de cada rol hay una persona.
«Tratamos con personas, no con criaturas de lógica, sino de emociones.»
— Daniel Goleman





